Dos son los medios directos de auto revelación de Dios para el hombre: LA
PALABRA ESCRITA Y LA
PALABRA ENCARNADA.
LA PALABRA ESCRITA.
“Hasta el extremo del mundo SUS PALABRAS” (Salmo 19:4). En esta expresión se resaltan dos pensamientos importantes.
1o. El alcance de la
Palabra , y 2o. La plenitud de la
Palabra. La palabra es el medio de expresión de los seres
racionales. La palabra revela el carácter y la voluntad de la persona, de tal
forma que la palabra se constituye en el medio de comunicación mas simple y
fácil que tienen para comunicarse y conocerse entre si. En el caso de Dios, el
usa su Palabra para darse a conocer al hombre y para que este le conozca a él.
Dios es un Ser conocible, y su Palabra tiene un alcance universal, ilimitado porque
esta dada para el hombre necesitado donde quiera que este se encuentre; por eso
llega “al extremo del mundo”. Es en esa Palabra donde se encuentra revelada su
santa y divina voluntad, y donde el hombre puede encontrar satisfacción plena a
todas sus necesidades e inquietudes heredadas a causa del pecado. En “su
Palabra” están contenidas “sus palabras”. Para cada necesidad Dios tiene “una
palabra”, por eso en “su Palabra” el hombre encuentra palabras de “vida”. Jesús
dijo: “Las palabras que yo os
he hablado son espíritu y son vida” (Juan
6:63).
El propósito fundamental que Dios tiene con
su Palabra es revelarle al hombre su voluntad, su carácter, sus planes
universales y propósitos específicos para darle la oportunidad de rehacer su
vida y restaurarlo su posición perdida.
LA PALABRA ENCARNADA.
“Escudriñad las Escrituras, porque ella dan testimonio de mi” (Juan 5:39 “Dios, habiendo hablado, muchas veces y de muchas maneras
en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos últimos días nos ha
hablado por el Hijo…” (Hebreos 1:1-2). Jesucristo se constituye el la máxima y
suprema revelación de Dios al hombre. Las demás revelaciones han sido
parciales, solo encararon diferentes aspectos de la persona de Dios. Jesucristo
es la revelación de la gloria de Dios (Juan 1:14), es el resplandor de la
gloria de Dios (Hebreos 1:3), es la plenitud de Dios (Juan 1:16); es el
revelador de Dios (Juan1:18); es el Verbo (Palabra) de Dios (Juan 1:1). Jesús
vino a revelar el carácter de Dios, su amor, su misericordia, su justicia de
tal forma que Él pudo decir: “Si
me conocierais, también a mi Padre conoceríais” (Juan 14:6), “el que me ha
visto a mí ha visto al Padre” (Juan 14:9); "Nosotros (él y el
Padre) somos uno” (Juan 17:22).
Solo cuando “venga lo que es perfecto”,
cuando lo veamos “cara a cara”, será consumado el proceso de revelación de Dios
al hombre, porque allí lo conoceremos en otro orden, en otra esfera, sin
limitaciones, excepto en lo que concierne a la incomprensibilidad profunda,
infinita e inescrutable de la naturaleza divina intrínseca.
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