miércoles, 14 de marzo de 2012

CAPÍTULO 1: INTRODUCCIÓN AL CONCEPTO DE TRINIDAD.



Hay en la Biblia algunas doctrinas contra las cuales, de una forma muy especial, el Diablo ha concentrado todas sus fuerzas y capacidad diabólica, para negarlas o desvirtuarlas. Entre ellas están “la deidad Cristo”, “la personalidad del Espíritu Santo”, “el infierno”, “la segunda venida de Jesucristo”, y otras. Él sabe bien que, cuando la persona rectifica su error o descubre la verdad, automáticamente se le escapa de sus manos la posibilidad de dirigir a esa vida por el error y perderla. A cualquier estudioso sincero de la Palabra, se le impone la responsabilidad investigar con un corazón abierto y sin prejuicios, sobre cualquier enseñanza que crea fundamental para la fe cristiana y, a la vez, tratar de arrojar la suficiente luz que pueda sobre la oscuridad del error para que la verdad de Dios resalte diáfana como la luz del mediodía. Al emprender esta tarea lo hago con “temor y temblor”, puesto que en ocasiones, aunque la verdad está ahí, en Su Palabra, es necesario permitir, humildemente que Su Espíritu ilumine la mente para descubrirla, entenderla y nos dé gracia y capacidad para enseñarla y transmitirla fielmente. Esto nos ayudará a no caer en la actitud de aquellos que “medran falsificando la Palabra de Dios, sino que con sinceridad, como de parte de Dios, y delante de Dios, hablamos en Cristo”, y en este caso, escribimos en Cristo.

La enseñanza a la cual quiero referirme en este tratado, es la doctrina de LA TRINIDAD. La pregunta que se nos impone contestar es la siguiente: ¿Es la Trinidad una doctrina bíblica o, es herencia del paganismo o invento de algunos teólogos que quisieron idear algo así para fines personales?

Realmente esta ha sido una de las doctrinas mas controvertida de la historia doctrinal de la Iglesia. Hasta el día de hoy hay grupos llamados cristianos o evangélicos que ponen en tela de juicio esta enseñanza. Como esto tiene que ver con la naturaleza interna de Dios, con lo que Dios es substancialmente, es necesario, más que a voces de hombres, o a interpretaciones personales, oigamos más bien lo que el mismo Dios dice de Sí mismo tal y cómo lo ha revelado en Su Palabra.

Para saber de lo que vamos a tratar y cómo lo vamos a tratar es necesario primeramente que, aunque sea de una forma sencilla, definamos qué entendemos por el término Trinidad. Los cristianos entendemos por Trinidad que la Deidad, o sea Dios, el Verdadero Dios, en cuanto a SU NATURALEZA, está constituido por una sola sustancia esencial, que integra dentro de ella tres personas diferentes: la persona del Padre, la persona del Hijo y la persona del Espíritu Santo; que ellas tres, aunque definidamente diferentes en personalidad son substancialmente y esencialmente UNO y uno en propósitos; coiguales en rango y dignidad (ninguno de ellos es más que el otro), y que los tres, por ser uno, participan de los mismos privilegios y atributos constitutivos. Ahora bien, es necesario que recalquemos que el punto clave de esta doctrina, reside en dos aspectos: a) Si Jesús es o no el verdadero Dios encarnado, y b) si el Espíritu Santo es o no una persona.

Antes que nada, sepamos que, desde el punto de vista actual, aquellos que niegan la doctrina de la Trinidad son llamados con el término teológico de Unitarios. Ellos creen que la Deidad existe como una sola persona y conformando un solo Dios. O sea, excluyen al Hijo como poseyendo la misma naturaleza divina que el Padre y al Espíritu Santo como poseyendo cualidades personales. Ahora bien, dentro de la escuela unitaria hay dos tendencias, una sustentada por los “russelistas”, más comúnmente mal llamados “Testigos de Jehová” los cuales sostienen que la Deidad está compuesta por una sola persona llamada JEHOVÁ y a él solo le son atribuidas todas las capacidades y tributos divinos; y por otra parte están los llamados “Jesús Solo”, o “Jesús la Luz del Mundo”, los cuales sustentan que la Deidad está compuesta por una sola persona y un solo Dios LLAMADO Jesucristo y que a éste le son atribuidos todos los atributos divinos. O sea, mientras que los “Testigos” de Jehová señalan a Jehová como única persona y único Dios, los “Jesús Sólo” señalan a Jesucristo como única persona y el único Dios, sin embargo los dos están de acuerdo en que el Espíritu Santo no es una persona, más bien es una fuerza o “poder ejecutivo de la Deidad”. Estas dos tendencias se dan la mano y juntos atentan de lleno, menoscaban y denigran la plenitud de la Deidad y a las personas del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Analicemos cuáles son las bases sobre las cuales se apoyan los opositores de la Trinidad para mantener sus enseñanzas. Si cualquiera de nosotros se dispone a leer la caterva de libros, revistas, folletos, etc., que sus casas editoras imprimen para atentar y tratar de destruir la verdad bíblica, nos damos cuenta que todos sus argumentos se pueden resumir en cuatro declaraciones que caben en menos de una cuartilla. Estos son:

1º. Que la palabra Trinidad no se encuentra en la Biblia y que este término fue inventado por los teólogos.

2º. Que desde tiempos primitivos hubo quienes no creyeron que Jesucristo era Dios y que algunos Padres de la Iglesia tenían divergencias en cuanto a esta doctrina.

3º. Que esta doctrina es pagana, por cuanto las naciones politeístas de la antigüedad creían en dioses de tres cabezas o en tríadas de dioses, y que los cristianos tomaron estas enseñanzas del paganismo.

4º. Que en ningún lugar, la Biblia habla de la Deidad como siendo un solo Dios y tres personas diferentes.

Análisis del primer argumento: Que la palabra Trinidad no se encuentra en la Biblia y que este término fue inventado por los teólogos.

Cuando los cristianos hablamos de la Trinidad, estamos perfectamente conscientes que esta palabra no se encuentra en la Biblia. O sea que los unitarios no han hecho ningún descubrimiento novedoso. Nosotros declaramos que éste es solo un término técnico para describir una verdad revelada y enseñada ampliamente en la Biblia. La Biblia enseña muchas verdades y nosotros le ponemos nombre a esas verdades. Por ejemplo: ¿dónde se encuentra en la Biblia la palabra “personalidad” o “persona” para designar a Jehová? Tampoco la Biblia, o los escritores bíblicos malgastan el tiempo para exponer razones evidentes para demostrar la personalidad de Dios. La Biblia dice: “Dios es Espíritu”, pero no dice: “Dios es una persona”. La palabra “persona” es el término “no bíblico” para designar “una verdad bíblica”. Cuando leemos que Dios habla, ve, oye, piensa, siente, hace decisiones, se comunica con sus criaturas racionales, etc., nos damos cuenta que estamos en presencia de “un ser personal o persona”, ya que se le atribuyen cualidades, facultades o atributos personales. Lo mismo pasa con el término “atributo”. En ningún lugar de la Biblia se le aplica a Dios esta palabra para designar sus capacidades sobrenaturales, pero cuando leemos que Dios es todopoderoso, que está en todo lugar, que todo lo sabe, nos damos cuenta que estamos en presencia de “atributos” que sólo pertenecen a Dios y aunque no aparece esta palabra sin embargo lo que enseña ella sí está en la Biblia. Lo mismo pasa con términos teológicos como “tricotomía”, “dicotomía”, “plan de salvación”, que no encuentran en la Biblia pero que designan verdades contenidas y enseñadas por la misma. Quiere decir todo esto, que, aunque la palabra Trinidad no se encuentra en la Biblia, la verdad de la Trinidad sí se encuentra como habré de demostrar posteriormente.

Análisis se segundo argumento: Que desde tiempos primitivos hubo quienes no creyeron que Jesucristo era Dios y que algunos Padres de la Iglesia tenían divergencias en cuanto a esta doctrina.

Este argumento solo puede ser sustentado por personas a las cuales no les ha resplandecido la verdad y que son incapaces de discernir entre lo lógico y lo ilógico, entre la verdad y el error. Jesucristo tuvo y tiene muchos enemigos que no creyeron ni creen en él. Y como hoy, no lo aceptaron. Su figura fue distorsionada. Su naturaleza y carácter menoscabado. A esas personas se refirió Jesús, cuando en las cercanías de Cesarea de Filipos le preguntó a sus apóstoles: “¿Quiénes dicen las gentes que es el Hijo del Hombre?” En aquél tiempo, estando todavía Jesucristo en su cuerpo de carne, frente a un mundo que lo veía y oía, existían opiniones erradas sobre su persona. Los más parcos opinaban que era “Elías, otros Juan el Bautista que ha resucitado, o alguno de los profetas” (Mateo 16:13-20). Pedro, iluminado por el Padre, tuvo la respuesta correcta: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”. Esta era una declaración cargada de toda una profundidad teológica que los teólogos de su tiempo nunca llegaron a descubrir y que también tenían su opinión sobre Jesús: a) sostenían que su procedencia era satánica“Éste no echa los demonios sino por Belcebú, príncipe de los demonios” (Mat. 12:24); b) dudaban de su autoridad (21:23); c) ponían en tela de juicio su divinidad (Juan 10:33).  Sin embargo, aún en sus dudas, de acuerdo con este último versículo, reconocían que las palabras de Jesús no hacían otra cosa que declarar que él era Dios.

En su tiempo, el gran apóstol Pablo tuvo que luchar a brazo partido contra aquellos a los cuales llamó “apóstatas de la fe”, gente que “naufragaron en cuanto a la fe” porque negaron la naturaleza divina de Jesús. Influenciados por la filosofía gnóstica del primer siglo perdieron la verdadera “imagen del Dios invisible” (Colosenses 1:15) y, en su afán de definirlo, lo sumieron en la más profunda de las confusiones comparándolo o haciéndolo igual a un eón, una creación divina, pues no tuvieron la suficiente luz para entenderlo; y si bien es verdad que en la actualidad, muchos han seguido o renovado aquellas herejías antiguas que hicieron “vomitar” a Pablo, y en una actitud confusa siguen sustentado argumentos contradictorios y nebulosos sin fundamento escritural, es necesario decir también que, desde la antigüedad, desde los tiempos mismos de Jesús, personas que con mucha más razón que cualquiera, tuvieron razones poderosísimas para opinar sobre quién era Jesús, comenzando desde el mismo apóstol Juan que constituyera uno de los tres del círculo íntimo de Jesús y que recostara su cabeza sobre el pecho de su Maestro. Seguimos con el apóstol Pablo, quién tuviera una revelación especial y directa de Jesucristo y a quien le revelara los fundamentos de la doctrina cristiana; y éstos apoyados por Pedro y demás apóstoles junto con una gran cantidad de Padres de la Iglesia, escribieron para enseñarnos y demostrar a “los falsos maestros de aquellos tiempos” que Jesucristo era y es “el verdadero Dios y la vida eterna” (1 Juan 5:20); que era y es “Dios sobre todas las cosas” (Romanos 9:5), que era y es “nuestro gran Dios y salvador Jesucristo” (Tito 1:13) y que era y es “nuestro Dios y salvador” (2 Pedro 1:1).

Juan, Pablo, Pedro, se levantaron en su tiempo contra la herejía gnóstica (resucitada hoy por la Watchtower) que reducía a Jesucristo a un ser creado por Dios, a un simple “eón” , o sea uno de los tantos “mediadores espirituales que habían entre Dios y los hombres” , para proclamar una y otra vez que “en el principio era el Verbo, el Verbo era con Dios Y EL VERBO ERA DIOS”. La Historia nos muestra que, junto con los apóstoles, muchos otros Padres tales como Atanasio (discípulo de Juan) y posteriormente San Agustín (quien nos legó de definición del concepto de Trinidad) defendieron tenazmente la doctrina de la deidad de Jesucristo. En la actualidad, todos los teólogos fundamentalistas y ortodoxos, de cualquier tendencia dentro del cristianismo, creen y afirman esta doctrina que incluye la deidad de Jesús y la personalidad del Espíritu Santo.

Indiscutiblemente, que hoy, al igual que ayer, el diablo levanta sus “teólogos”, que violentando inmisericordemente toda regla de interpretación bíblica tratan de hacer hablar a la Biblia un lenguaje que no es propio de ella. Ellos son los nuevos “crucificadores” de Jesús, que hacen en el presente lo que en el pasado profetizó Isaías sobre los coterráneos de Cristo: “¡Cómo se asombraron de ti muchos, (pues de tal manera estaba desfigurada su apariencia que su aspecto no parecía el de “Dios”) (Perdón por la sustitución) (Isaías 54:14).

Análisis del tercer argumento: Que esta doctrina es pagana, por cuanto las naciones politeístas de la antigüedad creían en dioses de tres cabezas o en tríadas de dioses y que los cristianos tomaron estas enseñanzas del paganismo.

Si esta doctrina es pagana, porque los paganos tenían o tienen creencias parecidas, entonces la creencia en un Ser Supremo es pagana también, ya que todas las religiones paganas, aún con su politeísmo también creen en la existencia de un Dios principal, padre de todos los dioses. Entre los griegos estaba Zeus; entre los romanos, Júpiter; entre los egipcios, Amón Ra; y otros muchos más. Sin embargo, el hecho de que estas naciones paganas, entre sus creencias erradas, tenían la creencia de un Dios Padre, no quiere decir que el cristianismo absorbió esta idea del paganismo. La verdad del terrible desvío del paganismo lo presenta Pablo en la epístola a los Romanos cap. 1:23-26. A partir de este pasaje, podemos decir que tanto la verdad del verdadero Dios como todas las otras verdades reveladas originalmente al hombre, fueron disolviéndose, deformándose, distorsionándose, producto del apartamiento paulatino del hombre del verdadero Dios y la labor de Satanás en el mente desviándolo de la verdad. Ejemplos de esto lo vemos en los sacrificios de animales. Casi todas las religiones paganas tienen, como parte de su ritual de adoración, los sacrificios de animales y, en su degeneración más extrema, hasta de humanos. ¿Quiere decir esto que Israel absorbió del paganismo este sistema de adoración y lo incorporó al culto del Dios verdadero? Al contrario, Dios, originalmente mostró a nuestros primeros padres la forma transitoria por medio de la cual ellos debían acercarse a él: el sacrificio de un corderito inocente, representativo del verdadero sacrificio, “el cordero de Dios”, que posteriormente vendría para redimir a la humanidad y darle libre acceso a Dios. Pero el Diablo distorsionó esta práctica para engañar al hombre que todavía en la actualidad persiste en este tipo de adoración paganizada. Sin embargo, aunque errados, ellos conservan las reminiscencias de las verdades del conocimiento primitivo que tuvieron de parte de Dios.

¿Qué hace Dios? Por medio de su revelación escrita, la Biblia, rescata y pone de manifiesto la verdad, la libera del envoltorio del error para sacar al hombre de su ignorancia. Tal parece que los seres humanos, dentro de su ignorancia, fueron capaces de comprender la composición pluralista de la Deidad, de tal forma que, aún en su culto pagano, trataron de similar sus dioses con el verdadero Dios. Tal parece que lo paganos tuvieron más luz que los “russelistas” y los “Jesús Solo” (que de tan solos que están ya ni a Jesús tienen). Podemos declarar, sin temor a equivocarnos, que la verdad de la triunidad de Dios fue una de esas verdades reveladas al hombre y deformadas posteriormente por Satanás, pero es por medio de la Palabra escrita, que Dios nos pone de manifiesto su verdadera naturaleza interna, dándonos un concepto verdadero de ella, despojada de toda superstición y superchería humana. Por lo cual, antes de negar la doctrina de la Trinidad, la idea pagana de un Dios con tres cabezas, más bien confirma la verdad primitiva revelada por Dios. “El arca de Dios no es menoscabada en nada por la carreta de los filisteos que la transporta” (Stanley Horton). Saca la carreta y tendrás el arca portadora de la verdad.

Análisis del cuarto argumento: Que en ningún lugar, la Biblia habla de la Deidad como siendo un solo Dios y tres personas diferentes.

La respuesta a este argumento será abordada en los próximos capítulos.

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