sábado, 31 de marzo de 2012

EL NOMBRE DE DIOS



Mi esposa y yo tenemos cuatro hijos. Cuando nos disponíamos a pensar en un nombre para ellos, por regla general pensábamos en un nombre bíblico, sin embargo nunca pensábamos en un nombre sobre las bases de su significado. Solo un nombre bonito, cadente que se aviniera con el apellido para que se oyera bien y que los identificara.

Si hubiésemos vivido en los tiempos de Abraham, Moisés o Jesús, con toda seguridad, que mas que un nombre bonito hubiésemos pensado en uno que definiera un propósito divino, una cualidad o quizás hasta algún defecto, puesto que en esos tiempos los nombres tenían un significado esencial, sustancial y no meramente diferencial.

Puesto que esa era la mentalidad de los pueblos de la antigüedad, vestigio de lo cual todavía queda vivo entre tribus indígenas, cuando Dios se mostró a Moisés con el propósito de revelarle sus planes libertadores para el pueblo cautivo de Israel y a la vez responsabilizarlo de la tarea de liderar la empresa, este que en esos momentos se sentía incapacitado, ignorado y sin ninguna autoridad ni poder para llevar a cabo tan magna obra, le responde a Dios: "¿Quién soy yo para que vaya a Faraón y saque de Egipto a los hijos de Israel?... Si ellos me preguntaren: ¿cuál es su nombre, ¿qué les responderé? Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me ha mandado” (Éxodo 3:11 y 14). YO SOY. ¿Qué nombre es este? ¿Qué significado misterioso encierran estas cuatro letras hebreas, YHVH, cuya pronunciación, todavía hoy un poco confusa la expresamos como JEHOVÁ o YAVÉ? ¿Qué mensaje captó Moisés?, ¿qué entendería el pueblo cautivo al oír ese nombre? ¿Qué mensaje lleva inmerso?. Stanley M. Horton nos responde diciendo: “Moisés no estaba preguntando: ¿cómo te puedo llamar?, sino ¿cuál es tu personalidad, cómo eres? Dios le respondió: “Yo soy el que soy” o “Yo seré el que seré” (Éxodo 3:14). La forma hebrea “ehyé asher ahyé” indica que es y que está en acción". Esto nos lleva a considerar los siguientes aspectos:

 En primer lugar, su nombre nos revela su eternidad. Dios vive en un eterno presente. Para él no cuenta el tiempo como para nosotros. Nosotros estamos confinados a tiempo y espacio. Él trasciende al tiempo y al espacio, pero se mueve también dentro de estos., de tal forma que, si bien, en su infinitud e inmensidad él trasciende al Universo, él también está presente, aquí, con nosotros y, sin confundirse con nada, se hace una realidad inmanente, inclusive experimental, si somos capaces de reconocerlo y darle cabida en nuestras vidas.

En segundo lugar, su nombre lleva implícitas su capacidad creadora, su accionar a favor de sus criaturas: físicas o espirituales; concientes o inconscientes. A la pregunta: "¿Habrá alguna cosa imposible para Dios?" (Lucas 11:37), encontramos la respuesta: “Lo que es imposible para el hombre, para Dios es posible” (Lucas 18:27). Cuando contemplamos la inmensidad del firmamento, la imponencia del mar, la majestuosidad de las cordilleras, la complejidad del micromundo, nos damos cuenta de que Jehová todavía está activo, que su obra no ha terminado y en su capacidad dinámica él “sustenta todas las cosas con la potencia de su “Palabra” (Hebreos 1:3), y que “en él todas las cosas subsisten” (Colosenses 1:17), que todo es renovado continuamente por él, “envía su Espíritu, son creados, y renueva la faz de la tierra” (Salmo 104:30). Dios está en constante actividad, y esa actividad la deja sentir en todo lo creado y a través de sus criaturas. Es inconcebible para nosotros, pero lo cierto es que ese Dios todopoderoso, omnipotente, le ha placido, a través de los tiempos compartir algo de su poder con su pueblo: “Jehová dará poder a su pueblo” “él multiplica las fuerzas del que no tiene ninguna”, (Isaías 40:29), “Recibiréis poder” (Hechos 1:8), y ha sido su poder el que ha sostenido a su pueblo a través de la historia y a cada hijo suyo en particular.

En tercer lugar, el nombre de Dios nos revela su esencia: ÉL ES. En la Biblia nunca se nos revela cómo es Él, sino lo que es Él. Por medio del profeta Isaías expresa: "¿A qué pues me haréis semejante o me compararéis?, dice el Santo. Levantad en alto vuestros ojos, y mirad quién sacó todas estas cosas; Él saca y cuenta su ejército; a todas llama por nombres; ninguna fallará; tal es la grandeza de su fuerza, y el poder de su dominio” (Isaías 40:26). Cuando él se revela siempre alude a lo que él es. Él es Santo y Todopoderoso, pero no tiene forma. Su esencia es espiritual: “Dios es Espíritu”, afirmó Jesús. Es su espiritualidad lo que hace posible su presencia en todo lugar del Universo, por lo cual es imposible concebirlo con una forma determinada. Más bien Él condena el concebirlo, sustraerlo, pensarlo como algo. El problema de las naciones paganas ha sido la concepción de un Dios con formas, de lo cual ha derivado el politeísmo y la idolatría; actividades condenadas por Dios en toda época. Su adoración, es pues, diferente a la adoración del paganismo. Estos tienen que ver algo, concebir con alguna forma a sus dioses. La forma de adoración del pueblo de Dios es de carácter espiritual porque “Dios es espíritu, y los que le adoran, en espíritu y verdad es necesario que le adoren” (Juan 4:24).

La adoración a un Dios espiritual es un asunto de fe, no de vista, porque “es necesario que todo aquél que se acerca a Dios tiene que creer que le hay y que recompensa a los que le buscan” (Hebreos 11:6). Creer “que Dios es, o existe, que es el verdadero, existente por sí mismo (en contraposición con los así llamados dioses, ídolos, (Gálatas 4:8) la fuente de todo ser, aunque no le ve, por cuanto es invisible” (Comentario Exegético y Explicativo de la Biblia. Jamieson, Fauset, Brown).

Sería imposible, en tan poco espacio, detallar todo lo que el nombre de Dios es y representa para sus hijos. En las diferentes experiencias, situaciones, conflictos en medio de los cuales se encontró Su pueblo, Dios se les reveló como el Dios de esa circunstancia especial y, en medio de la experiencia por el actuar de Dios, ellos lo llegaban a conocer; calificaban Su Nombre: "Cuando están necesitados comprueban que es JEHOVÁ-YIRÉ, o sea Jehová proveerá” (Gén. 22:14). Acosados por el enemigo claman a JEHOVÁ-NISSI, o sea Jehová mi bandera” (Éxodo 17:8-15); ..." (Teología Bíbilica y Sistemática, Myer Pearlman).

Pero todo lo que su nombre es y representa para sus hijos está expresado en su máxima, completa y perfecta revelación, o sea , en la Persona de Su Hijo. Jesús es la suprema revelación de todo lo que es Dios Padre, JEHOVÁ, el YO SOY del pueblo hebreo. Dios se mostró en el Antiguo Testamento A Su pueblo como EL YO SOY; hace mas de dos mil años se le mostró al mundo como el YO SOY en la persona de Jesús. Jehová y Jesús, son nombres cuya raíz etimológica es la misma y aluden a un mismo Ser. En varias ocasiones Jesús se reveló como el YO SOY (en griego, ego eimi), identificándose substancialmente con el Padre. Israel no tuvo visión para identificar a Jehová en la persona de Jesús. Jesús se lo reprochó diciéndole: “Ni a mi me conocéis, ni a mi Padre; si me conocieseis, a mi Padre también conocerías” (Juan 1:19); “Por eso os dije que moriréis en vuestros pecados, porque si no creyereis que YO SOY, en vuestros pecados moriréis” (Juan 8:24). “Cuando hayáis levantado al Hijo del Hombre, entonces conoceréis que YO SOY y que nada hago por mi mismo...” (Juan 8:28). “De cierto, de cierto os digo: antes que Abraham fuese YO SOY”.

Para significar lo que es JEHOVÁ-JESÚS, el mismo Jesús se mostró como: “YO SOY el camino, la verdad y la vida”; “YO SOY la resurrección y la vida”; “YO SOY la luz del mundo”; “YO SOY el alfa y la omega, el principio y el fin”; “YO SOY la vid y vosotros los pámpanos”. A la petición de Felipe: “Señor, muéstranos al Padre y nos basta”, Jesús le contestó: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros y no me has conocido, Felipe? EL QUE ME HA VISTO A MÍ HA VISTO AL PADRE”. Este YO SOY, no es solo creador, sustentador y todo poderoso, Él es el libertador y salvador de todo hombre. En el Antiguo Testamento YO SOY “bajó” para libertar y salvar a Israel. Hace dos mil años, YO SOY bajó, se hizo hombre, habitó entre nosotros; el mundo vio su gloria y por fin murió consumando así el plan de salvación para esta humanidad muerta en delitos y pecados. Posteriormente YO SOY, resucitó, ascendió y fue exaltado a los cielos, entronizado en su gloria y ahora se le ha dado "un Nombre QUE ES SOBRE TODO NOMBRE para que el NOMBRE de JESÚS, se doble toda rodilla" y todo el Universo confiese que Él, JESÚS, es SEÑOR DE SEÑORES Y REY DE REYES, NUESTRO AMIGO, y a su nombre damos gloria y alabanza. “En su nombre haremos proezas”, “en su Nombre, pedimos y recibimos”, “en Su nombre somos más que vencedores”.



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